Mariposa Mexicana

Bendita mariposa mexicana que asaltas sueño y flor en dulce vuelo, crepúsculo de luna contra el cielo,
colgada del dintel de la mañana;tus alas de candor en la ventana,(jirón de terciopelo) azulan el azul de mi pañuelo y el blanco porvenir de porcelana. Rosa temprana, estrella de algún mundo paralelo en pétalos de almíbar cotidiana, te levantas del suelo,una vez y otra vez, samaritana, lo mismo que un enjambre de consuelo.Carlos Casellas, gracias Carlos









jueves, 27 de enero de 2011




No soy Escritora...Tampoco Poeta...Sólo soy la Persona que se Enamora de quien toca la Puerta...de quién cura Heridas...con Cosas Lindas...

No soy Hermosa...Tampoco Presuntuosa....Sólo soy una Mujer que piensa que Algún día podrá Volar...Una Ilusión difícil de Realizar...No soy sincera...si te digo que te Odio...pués el Odio NO va Conmigo...Más...No se ha topado en mi Camino...

No soy Poeta...porque No pinto la Luna más Bella...Tampoco hablo con las Estrellas...No soy Escritora...porque cometo Errores y...En mi lingüística No Existen Perdedores

No soy una Santa...Ni tampoco una Ladina...Sólo soy un una Mujer que...pretende Vivir en Paz Consigo Misma y...con los demás

No soy la Mujer que Todos piensan...No soy la Ingenua que Algunos creen que Soy...pero Tampoco Soy lo que Imaginan creer...

Sólo soy Aquella Mujer que...piensa en Volver a Nacer...Soy la que No quiere Vivir hasta Envejecer...Soy la que prefiere que Todos puedan Olvidar...cuando un día llegue mi Final...pues...Soy la que No quiere ver a Alguién Llorar...

No soy Poeta...Mucho menos una Princesa...No soy Escritora...Ni tampoco Maestra...No soy Perfecta...Ni tampoco lo quiero Ser...Tan sólo deseo Ser una Mujer...

No soy Tan Fuerte...pero tampoco soy Débil...Sólo se que...Soy un Punto Medio que se deja Moldear por los Golpes de la Vida que suele Manejar...

Tan sólo se que...Soy una Mujer...Muy Sensible y Especial... :)

miércoles, 19 de enero de 2011




Creo en ese mundo mejor
que todos vivimos en sueños
y que nos destella ánimo
cuando estamos despiertos.

Creo en mi sueño,
en el magnífico sueño que seguiré
construyendo hasta que no me queden
más fuerzas para creer.

Creo en el destino,
en mi historia,
en mis pasos y en mi experiencia.

Creo en la amistad, en los besos,
en la lluvia, en las sonrisas
y en los secretos.


Creo en mi esfuerzo por crecer,
en mis ganas de crecer.

Creo en la vida,
y en la magia con la que toca
todas las cosas.

Creo en las señales del destino
y en un futuro de recompensa
para quienes afrontan
el desafío de ser fieles a sí mismos.

Creo en mí;
sobre todo creo en mí cuando caigo,
cuando no tengo fuerzas,
cuando el viento sopla
y mis velas ceden,
sigo creyendo en aguantar
y en volver con todas mis fuerzas
para seguir y seguir creyendo,
y seguir andando, y seguir viviendo.

Creo en los sentimientos
que pueden hacer de cada día
un sol distinto y
por supuesto…

Creo en el amor y en ese modo
indescriptible de estar parada
ante la vida, en esa manera intrépida
de hacer transcurrir el tiempo,
en esa forma tan peligrosa y a la vez
tan excitante de tener
el corazón abierto.




domingo, 9 de enero de 2011




Un
varón cansado de luchar decidió darse por vencido.

Renunció a su trabajo, a sus relaciones, incluso a su espiritualidad.

Quería renunciar a su vida. Se fue al bosque para tener una última charla con Dios.

Llegando le preguntó a Dios: “¿Podrías darme una buena razón para no darme por vencido?”.

La respuesta le sorprendió: “Mira a tu alrededor: ¿ves el helecho y el bambú?”.

Respondió que sí.

“Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien, les di luz, les di agua.

El helecho rápidamente creció, su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo, no renuncié al bambú.

En el segundo año, el helecho creció más brillante y abundante. Y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié.

En los años tercero y cuarto, aún nada brotó de la semilla de bambú. Y tampoco renuncié.

En el quinto año pasó lo mismo, nada salió de esa semilla. En el sexto, nada.

Hasta el séptimo año, un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el helecho, era muy pequeño, insignificante.

Pero sólo seis meses después, el bambú creció más de 30 metros de altura.

“Tardó seis meses en crecer?

No. La verdad es que se tomó siete años y seis meses en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces profundas, que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después.

Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir”.

Dios afirmó: “No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar.

¿Sabías que este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Si no renuncié al bambú, nunca renunciaré a ti.

No te compares con otros: el bambú tenía un propósito diferente al del helecho; sin embargo, ambos eran necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

Tu tiempo vendrá, ¡crecerás muy alto!”.

El cansado de vivir todavía hizo una pregunta final:

“¿Y qué tan alto debo crecer?”.

En respuesta Dios hizo otra pregunta: “¿Qué tan alto crecerá el bambú?”.

Y aquél contestó: “Supongo que tan |alto como pueda”.

Dios nunca renunciará a nosotros.

Quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y le grita: “¡Crece!”.

El bambú japonés crece más de 30 metros y algunos llegan a crecer un metro diario.

En la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a obtener resultados a corto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.